En el Encounter Magdala 2025 que acabamos de vivir, contamos con la “presencia” de dos patronas magníficas: Santa María Magdalena y Santa Teresa de Jesús, una de las grandes místicas y reformadoras del Carmelo español. La Divina Providencia quiso que la Magdala del siglo I y la Ávila del siglo XVI quedaran unidas durante unos días del siglo XXI a través de estas santas, no sólo para sentirnos acompañados por ellas, sino también para conocer la relación entre ellas.
Desde los inicios de la Iglesia, María Magdalena ha sido, y sigue siendo, una figura atractiva e inspiradora para muchos santos, convirtiéndose en un modelo de sanación, conversión y amor incondicional a Cristo. Uno de ellos es Teresa de Jesús quien, desde su infancia, muestra interés en las vidas de los santos, lee sobre ellos y los convierte en modelos bajo el modelo principal que es Cristo. En sus escritos, se pueden encontrar citados directa o indirectamente treinta y dos santos, a los que trata de imitar y seguir su ejemplo, mostrando especial empatía con los santos “convertidos”.
Tal es el caso de María Magdalena, una de sus devociones predilectas. De ella dice en su Libro de la Vida: “Era yo muy devota de la gloriosa Magdalena y muy muchas veces pensaba en su conversión, en especial cuando comulgaba, que como sabía estaba allí cierto el Señor dentro de mí, poníame a sus pies, pareciéndome no eran de desechar mis lágrimas. Y no sabía lo que decía, que harto hacía quien por sí me las consentía derramar, pues tan presto se me olvidaba aquel sentimiento. Y encomendábame a aquesta gloriosa Santa para que me alcanzase perdón” (V 9, 2). Más adelante, se lee: “Y muchas veces paréceme a mí si es el no se disponer del todo luego del alma, hasta que el Señor poco a poco la cría y la hace determinar y da fuerzas de varón, para que dé del todo con todo en el suelo. Como lo hizo con la Magdalena con brevedad, hácelo en otras personas, conforme a lo que ellas hacen en dejar a Su Majestad hacer. No acabamos de creer que aún en esta vida da Dios ciento por uno” (V 22, 15).
En Camino de Perfección, otro de sus libros, escribe: “¡Oh, que el amor de Dios, si de veras es amor, es imposible! Si no, mirad un san Pablo, una Magdalena: en tres días el uno comenzó a entenderse que estaba enfermo de amor; éste fue san Pablo. La Magdalena, desde el primer día, ¡y cuán bien entendido! Que esto tiene, que hay más o menos; y así se da a entender como la fuerza que tiene el amor: si es poco, dase a entender poco; y si es mucho, mucho; mas, poco o mucho, como haya amor de Dios, siempre se entiende” (C 40, 3).
En estas palabras, se aprecia la profunda devoción que Teresa tenía hacia la santa de Magdala a quien ve como un símbolo de sanación y de transformación gracias a la misericordia de Dios, llegando a ser un modelo de conversión y de contemplación por dedicar su vida a escuchar al Maestro.
La santa carmelita también sufre una renovación interior, que le hace seguir fielmente, con determinada determinación, a Jesús y convertirse en una mujer cada vez más enamorada del Señor.
Que Santa María Magdalena sea también una inspiración para ti para encontrarte con Jesús y seguirle con la misma devoción y fidelidad que Santa Teresa de Jesús.
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