Duc In Altum resalta la presencia de las mujeres en el Evangelio. Duc In Altum resalta la presencia de las mujeres en el Evangelio. Gracias a la Divina Providencia, esta idea se materializó en Magdala, patria de María Magdalena. María fue una de las seguidoras de Jesús entre otras mujeres las cuales lo apoyaban con sus propios bienes (Lucas 8).

El Atrio de las Mujeres consta de ocho columnas, siete de las cuales representan a las mujeres que siguieron a Jesús según los relatos evangélicos, y la octava es en homenaje a todas las mujeres de fe a través de la historia. Las mujeres honradas en las columnas son:

María Magdalena– seguidora de Jesús, presente en su crucifixión y primer testigo de su resurrección (Lc 8, 2)

Susana y Juana, la esposa de Cusa– seguidoras de Jesús (Lc 8, 3)​

María y su hermana Marta – seguidoras de Jesús (Lc 10, 38)​

Salomé, madre de Santiago y Juan – esposa de Zebedeo (Mt 20, 20)​

La suegra de Simón Pedro – curada por Jesús (Mt 8, 15)​

María la de Cleofás– seguidora de Jesús (Jn 19, 25)​

Otras muchas– grupo de mujeres que apoyaban su ministerio (Mc 15, 41)​

Columna sin nombre – dedicada a todas las mujeres de fe a través de la historia

Con vista al Mar de Galilea, y con un altar original en forma de barca, esta capilla conmemora a Jesús predicando desde la barca. La capilla tiene capacidad para 250 personas. El Sagrario que se encuentra sobre el altar fue bendecido por el Papa Francisco durante su visita pastoral a Tierra Santa, el 26 de mayo del 2014.

Un día estaba Jesús a orillas del lago de Genesaret, y la gente lo apretujaba para escuchar el mensaje de Dios. Entonces vio dos barcas que los pescadores habían dejado en la playa mientras lavaban las redes. Subió a una de las barcas, que pertenecía a Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó, y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, le dijo a Simón:​ —Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar.​ —Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —le contestó Simón—. Pero como tú me lo mandas, echaré las redes.​ Así lo hicieron, y recogieron una cantidad tan grande de peces que las redes se les rompían. Entonces llamaron por señas a sus compañeros de la otra barca para que los ayudaran. Ellos se acercaron y llenaron tanto las dos barcas que comenzaron a hundirse. Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo:​ —¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador! Es que él y todos sus compañeros estaban asombrados ante la pesca que habían hecho, como también lo estaban Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón.​ —No temas; desde ahora serás pescador de hombres —le dijo Jesús a Simón. Así que llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, siguieron a Jesús.​ – (Lc 5, 1-11)

La vida pública de Jesús​

Estas cuatro capillas tienen mosaicos que representan episodios de la vida pública de Jesús. Son cuatro ventanas abiertas hacia el Evangelio, en el horizonte infinito del amor de Dios. Cada capilla tiene una capacidad de 50 personas y está adornada con un expresivo mosaico que describe un hecho evangélico del ministerio de Jesús en la zona. Son representaciones realistas, que invitan a contemplar la escena evangélica en su contexto original.​

La primera capilla, orientada hacia el lago, se llama “Caminando sobre las aguas”. Esta representa el Evangelio de Mateo donde la fe de Pedro fue probada al caminar sobre las aguas con Jesús: ”Ven” dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó:​ —“¡Señor, sálvame!”​ En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —“¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14, 29-31).

La segunda capilla, también con dirección al lago, es la “Capilla de los Pescadores de Hombres”. Esta representa el Evangelio de Mateo donde Jesús llama a sus primeros discípulos. “Mientras caminaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Estaban echando la red al lago, pues eran pescadores. “Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres.” Al instante dejaron las redes y lo siguieron. Más adelante vio a otros dos hermanos: Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca remendando las redes. Jesús los llamó, y dejaron en seguida la barca y a su padre, y lo siguieron” (Mateo 4, 18-20)

Los mosaicos de las otras dos capillas, las cuales se encuentran orientadas hacia el área arqueológica y el Monte Arbel, representan un tema central en Magdala: las mujeres.

Una de estas está necesariamente dedicada a María Magdalena, recordando el Evangelio de Lucas, donde Jesús expulsa a los demonios.​ buenas nuevas del reino de Dios. Lo acompañaban los doce, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios” . (Lucas 8, 1-2)

porque ella fue la única mujer que Jesús resucito de entre los muertos. En esto se mezclan los mensajes de Magdala. “La tomó de la mano y le dijo: — Talita cum (que significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!). La niña, que tenía doce años, se levantó en seguida y comenzó a andar. Ante este hecho todos se llenaron de asombro. Él dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de lo ocurrido, y les mandó que le dieran de comer a la niña”. (Marcos 5, 41-42)

Encuentro entre Jesús y la hemorroísa​

La Capilla del Encuentro, ubicada en el nivel inferior de Duc In Altum, hace parte del tesoro arqueológico del sitio. Con su piso original del primer siglo, esta capilla hace parte de lo que era el mercado del puerto de Magdala.

El mercado del puerto fue en ese entonces un lugar con mucho movimiento de gente. Al descubrir su antigua infraestructura para la industria de la salazón del pescado, es lógico pensar que los pescadores del Mar de Galilea hubieran querido vender su pescado allí para su exportación a Roma (documentado por Flavio Josefo). Seguramente este puerto era conocido por los discípulos de Jesús, ya que también eran pescadores. Observando la arqueología, es fácil imaginarse a Jesús sentado en una de sus barcas o predicandole a los habitantes de la zona.​

La Capilla del Encuentro está dedicada al encuentro de Jesús con todos nosotros, como se ilustra en su gran pintura, titulada “Encuentro”. Esta nos enseña a la hemorroísa tratando de tocar el manto de Jesús para su sanación. “Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar, iba de mal en peor. Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto. Pensaba: «Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana.» Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción”. (Marcos 5, 25-29)

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La mujer presentada en esta capilla buscaba sanación y la encontró con un acto de fe. ¡Qué evento tan milagroso y transformador para su vida! Hoy, visitantes y peregrinos de todo el mundo pueden tener su propio encuentro personal con Jesús al experimentar Su presencia histórica y espiritual.​