Mientras vivimos el tiempo de Adviento y nos acercamos a la Navidad, es fascinante descubrir cómo la arqueología nos permite establecer vínculos entre la cultura material y esta celebración. No se trata de encontrar evidencia arqueológica del nacimiento de Jesús, sino de apreciar algo más sencillo, pero profundamente significativo: elementos que nos conectan con los orígenes del cristianismo y con la manera en que la tradición comenzó a tomar forma.
El Evangelio de Mateo nos relata: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: ‘La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emanuel’, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’.” (Mt 1:22–23). Este pasaje retoma la profecía del libro de Isaías: “Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel.” (Is 7:14). De esta manera, los primeros seguidores de Jesús reconocieron en el Evangelio de Mateo el cumplimiento de la promesa mesiánica anunciada en Isaias.
Durante los primeros siglos del cristianismo, esta cita se repitió incansablemente: se conmemoraba no solo en el tiempo de Adviento, sino también en himnos, en la liturgia e incluso en amuletos de protección. Un ejemplo de ello es un ostracon —un fragmento de cerámica— datado a finales del siglo VI y hallado en el monasterio de Epiphanius, en Egipto. Esta pieza conserva una inscripción que recoge uno de los himnos más antiguos dedicados a María:
María, la Madre de Dios, la siempre Virgen, ha dado a luz hoy por nosotros a Emanuel, Dios y Hombre. “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emanuel, que significa, interpretado: Dios con nosotros.” A Él lo anunció repentinamente un arcángel; a Él lo concibió en su seno una virgen sin intervención de hombre. Una virgen concibió, una virgen estuvo encinta, una virgen sufrió los dolores, una virgen dio a luz y permaneció virgen: antes del parto, virgen; en el parto, virgen; y después del parto, virgen.
Además de este objeto conservado en el Museo Metropolitano de Nueva York, existen también papiros, códices y diversos textos que repiten una y otra vez el Evangelio de Mateo, la profecía de Isaías y la conmemoración del nacimiento de Jesús como Mesías.
¿Cuál es la importancia del texto en la arqueología?
La tradición. La arqueología nos permite ver cómo la tradición se va construyendo a partir de la creencia y la devoción; se hace visible en la memoria de los textos y en la proclamación de la promesa cumplida. Por eso, ahora que celebramos la Navidad, vale la pena dedicar un momento a contemplar la belleza de esta tradición: el hecho de que, al recordar y pronunciar estas palabras, nos unimos a las voces del pasado que también las proclamaron.
Para conocer más sobre el ostracon del Monasterio de Epiphanius, visita el sitio web del Metropolitan Museum of Ar: https://www.metmuseum.org/art/collection/search/170014200

"Ostrakon with a Troparion (Early Hymn), ca. 580–640, cerámica con tinta, objeto no. 14.1.198, The Metropolitan Museum of Art, New York."
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