La ciudad de Jerusalén, la Ciudad Santa, una ciudad concreta. Judíos venidos de muchas partes del mundo, reunidos para celebrar la Fiesta de las Semanas, Shavuot, también conocida como fiesta de las cosechas. Y fue aquí donde se produjo la efusión del Espíritu Santo. Porque Dios viene a nuestra realidad concreta, mientras todos celebraban la fiesta establecida, año tras año, con sus actividades, oraciones y fiestas, ahí quedan todos llenos de Espíritu Santo. el Espíritu de amor nos alcanza, nos convierte, nos impulsa, en nuestra realidad cotidiana. Ha venido para transformar desde el interior nuestra vida ordinaria con un amor extraordinario.