Carta del P. Juan Solana
Queridos amigos de Magdala:
Mientras se aproxima la apertura de la casa de huéspedes, he estado reflexionando en este gran regalo que Dios nos ha dado… Me detengo a pensar como Dios ha planeado Magdala.
Los historiadores consideran que la ciudad fue abandonada en el año 67 D.C., y a partir de ese momento, estuvo deshabitada hasta el año 2009, cuando fue redescubierta. Ahora, 10 años más tarde, recibiremos a nuestros primeros huéspedes. La antigua ciudad va a estar una vez más, con multitudes llegando a descansar después de su jornada por Tierra Santa, tal y como los comerciantes hacían cuando Magdala era un prominente lugar de la industria pesquera en Galilea hace 2000 años.
Me transporto al pasado y en mi mente veo comerciantes, viajeros y peregrinos llegando a este santo lugar, comprando su famoso pescado salado, quizás a alguno de los primeros discípulos, quienes pescaban a orillas del Mar de Galilea. Pienso en ellos admirando la belleza de sus alrededores, presenciando, este mismo y hermoso mar, la naturaleza, y los espectaculares amaneceres y atardeceres. Pienso en ellos pasando la noche en esta ciudad y continuando su jornada al día siguiente, así como nosotros lo podremos hacer una vez que se inaugure la casa de huéspedes. Al pensar en esto, me inunda una gran emoción, como un niño pequeño esperando recibir el regalo de su padre, inquieto y dispuesto a compartirlo con los demás.
En este tiempo, mientras más se aproxima la apertura, seguimos trabajando arduamente en equipo en los últimos detalles. La emoción es palpable y visible en la labor de todos nuestros colegas y voluntarios mientras continúan explicando cada día a los visitantes la historia del proyecto, la providencia de Dios y Su trabajo para darle vida a esta obra. Les pido de nuevo sus oraciones y apoyo, ya que Magdala es un regalo de Él para nosotros y Su trabajo aquí apenas inicia.
Fraternalmente,
P. Juan María Solana L.C.